Grasas insaturadas
Dentro de este grupo encontramos 2 tipos de grasas, las monoinsaturadas y las poliinsaturadas. Las grasas monoinsaturadas se encuentran en muchos alimentos, como las carnes rojas y los productos lácteos. Aproximadamente la mitad de las grasas de estos alimentos son saturadas y la otra mitad monoinsaturadas.
Muchas plantas y aceites vegetales tienen un alto contenido en grasas monoinsaturadas y un bajo contenido en grasas saturadas. Algunos ejemplos de estos alimentos son:
- Aceites de aceitunas, maní, semillas de canola y semillas de girasol.
- Palta.
- Semillas de calabaza.
- Semillas de sésamo.
- Almendras, nueces y otros frutos secos.
Sustituir las grasas saturadas por grasas monoinsaturadas en la dieta puede reducir el nivel de colesterol malo y triglicéridos en la sangre.
Por otro lado, las grasas poliinsaturadas son los ácidos grasos omega-6 y los ácidos grasos omega-3. Los principales alimentos que contienen omega-6 son los aceites de maíz, soja y girasol. Dentro de los principales beneficios de una dieta rica en ácidos grasos omega-6 son la disminución del colesterol malo, disminución de los triglicéridos, aumento del colesterol bueno y mejor control de la glucosa en la sangre.
Mientras que los alimentos ricos en omega-3 son los pescados como el salmón, anchoas, sardinas y atún, semillas como la linaza, chía, además de las nueces y la soya. Entre sus principales beneficios se encuentran la reducción de los niveles de triglicéridos en la sangre y la reducción del riesgo de enfermedades cardíacas y vasculares.
Consejos para un mejor equilibrio de grasas
Reducir el consumo de grasas saturadas y priorizar las grasas insaturadas es una estrategia clave para prevenir enfermedades cardiovasculares. Algunas recomendaciones son:
- Consumir carnes magras.
Aumentar el consumo de pescados. Usar aceites vegetales en vez de mantequilla o manteca. Consumir lácteos bajos en grasas. Incluir mayor fibra en tu dieta a través de frutas y verduras. Evitar comer alimentos ultra procesados.
Otra recomendación para ayudar a mantener controlados los niveles de colesterol en nuestro cuerpo es la realización de actividad física. Hacer ejercicio puede ayudar a aumentar las lipoproteínas de alta densidad, es decir el colesterol "bueno". Lo recomendable es realizar por lo menos 30 minutos de ejercicio cinco veces a la semana o actividad aeróbica intensa durante 20 minutos tres veces a la semana.